PARA TODOS LOS AÑOS

 BUENO CHICOS VAMOS A COMENZAR HOY CON OTRO GÉNERO:EL LÍRICO,LA POESÍA

ACÁ TRES TEXTOS¿ ME PUEDEN DECIR CUÁL ES LA POESÍA?. ¡¡¡ESPERO COMENTARIOS ES PARA TODOS LOS AÑOS.!!!


1)Los Regalos de los Duendes


Un  sastre y un platero iban caminando juntos por el mundo, cuando 

una tarde oyeron una música a lo lejos. Era una música extraña pero 

muy alegre, y al oírla se animaron y caminaron más de prisa. Llegaron 

a un montecillo en el momento en que salía la luna, y se quedaron 

asombrados al ver allí a muchos hombrecitos y mujercitas muy pequeños, 

que bailaban en coro y saltaban con mucha alegría; y estaban cantando 

aquella canción rara y alegre que habían oído desde lejos. En el centro 

del coro había un viejecito un poquitín más alto que los otros, con un 

traje de colorines y una barba larguísima y blanca. El sastre y el platero se 

quedaron un buen rato mirando a los bailarines, y en esto, el viejecito los 

vio y los llamó para que se sentaran a su lado; el platero era muy decidido 

y entró él primero en el coro. El sastre era algo más tímido, y al principio 

no se atrevía, pero al fin perdió el miedo porque los veía a todos tan 

alegres y simpáticos.

 Los dos caminantes se sentaron junto al viejecito, y los otros 

siguieron bailando y cantando; y de pronto, el viejecito sacó un cuchillo 

enorme que llevaba en el cinturón, empezó a afilarlo y miró a los 

caminantes. Ellos se quedaron muertos de miedo; y el viejecito, sin decir 

una palabra, agarró al platero y le cortó de dos tajos el pelo y la barba, y 

luego hizo lo mismo con el sastre. El viejecito se echó a reír y les dio unas 

palmadas en la espalda, y entonces se les pasó el miedo. Luego el viejecito 

enseñó unos montones de carbón que había allí a su lado, y les d       señas que se metieran el carbón en los bolsillos. Los caminantes no sabían 

para qué iba a servirles el carbón, pero no quisieron desairar al viejo y 

se llenaron los bolsillos, y luego se despidieron y se marcharon a buscar 

alguna casa donde pasar la noche.

 Llegaron al valle, y oyeron que la campana de algún convento 

daba las doce; y en aquel momento, los duendecillos dejaron de cantar y 

reír, y el campo se quedó sólo callado a la luz de la luna. Los caminantes 

encontraron una posada, y se echaron a dormir  porque 

estaban cansadísimos. Por la mañana, al sentir que el traje les pesaba 

mucho, se metieron las manos en los bolsillos y se quedaron de una pieza; 

ya no tenían carbón, sino grandes pedazos de oro puro. Y además les 

había vuelto a salir el pelo y la barba.

 Estaban encantados; de la noche a la mañana se habían 

convertido en hombres ricos, sobre todo el platero, que era un 

aprovechado y se había metido mucho carbón en los bolsillos. Y como era 

tan ambicioso, le dijo al sastre que sería mejor quedarse allí y volver por la 

noche a la colina para pedirle más carbón al viejecito. Pero el sastre dijo:

 -Yo me contento con lo que tengo; ahora pondré un buen taller, 

me casaré con mi novia y seré muy feliz.

 Pero el platero se puso muy pesado, y el sastre se quedó en la 

posada para hacerle compañía. Cuando ya se había puesto el sol, el 

platero tomo un par de sacos para llevarse todo el carbón de la colina, 

y al salir la luna, fue en busca de los duendes, y se encontró cantando y 

bailando como la noche anterior. El viejecito le volvió a cortar el pelo y la 

barba, y le dijo por señas que tomaran más carbón; el platero se llenó bien los 

bolsillos y cargó los sacos hasta el borde, y luego se volvió a la posada 

donde le esperaba el sastre y se echó a dormir. Y, en cuanto se despertó, 

metió las manos en los bolsillos. ¡Qué disgusto se llevó! ¡Sus bolsillos y los 

sacos estaban llenos de carbón! Pero lo peor fue que también se había desaparecido todo el oro.  Estaba tan desesperado que quiso tirarse de los pelos, pero 

entonces se dio cuenta de que el pelo no le había crecido, y estaba rapado 

sin barba. Se echó a llorar, y comprendió que le había pasado aquello por 

ambicioso; el sastre se despertó al oírle llorar, y como era muy bueno dijo a 

su compañero:

 -Hemos ido juntos por el mundo hasta ahora; quédate conmigo y 

nos repartiremos mis riquezas.

 El sastre cumplió aquella promesa, pero el platero ambicioso tuvo 

que llevar toda la vida una gorra porque el pelo no le volvió a crecer.

2 ) 

De ola en ola, de Antonio García Teijeiro


De ola en ola,

de rama en rama,

el viento silba

cada mañana.

De sol a sol,

de luna a luna,

la madre mece,

mece la cuna.

Esté en la playa

o esté en el puerto,

la barca mía

la lleva el viento.


3 ) GATURRO



Comentarios

Entradas populares de este blog